lunes, 25 de octubre de 2010

Sobre las moscas australianas

Las moscas son sin duda pesadas en todas partes, pero la variedad australiana se distingue por su particular persistencia. Si una mosca australiana se te quiere meter por la nariz o la oreja, no hay forma de impedírselo. Golpéala cuanto quieras, se pondrá fuera de alcance pero volverá en seguida. Es imposible frenarlas. En algún descubierto del cuerpo hay un punto del tamaño de un botón que la mosca quiere lamer y pellizcar y revolotea delirantemente a su alrededor. No es sólo su persistencia, sino sus objetivos. Una mosca australiana intentará chuparte la humedad del globo ocular. Si no la apartas constantemente, intentará meterse en partes de tu oreja que un palito de algodón no podría ni soñar. Morirá feliz por la gloria de descargar en tu lengua diminutos excrementos. Cuando tienes treinta o cuarenta bailando a tu alrededor, la locura está a la vuelta de la esquina.

Bill Bryson, En las antípodas, Rba, Barcelona, 2006, p. 194.

Ya les he dicho alguna vez que En las antípodas es el libro de viajes más divertido de todos los libros de viajes, o más. En él encontrarán políticos devorados por tiburones; modelos de pasarela devoradas por cocodrilos; todos los animales mortalmente venenosos que se puedan imaginar; exploradores muertos en mitad de la nada de un desierto; exploradores bebiendo su orina y la de sus caballos para no morir deshidratados; exploradores comiendo crías de marsupiales y dingos —con piel y todo— para no morir de inanición; pueblos fantasma, carreteras y vías de tren rectas que no tienen fin; figuras reclamo gigantes; árboles todo terreno adaptados a todo tipo de climas y terribles plagas de conejos. No se puede pedir más en 414 páginas. Y lo mejor de todo, que tras leer todo eso, te entran unas ganas locas de viajar a ese país más que a ningún otro lugar del mundo. ¿Qué me queda por decirles? que escriban en su buscador de imágenes "Bill Bryson" para que vean lo guapete que es y así se convenzan del todo.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Este señor de hoy con ese bigote, ¿no es Vincent Leonard Price?


Tojunto

Harry Sonfór dijo...

¡El mismo que viste y calza!

Anónimo dijo...

¡Por fin!
Como premio, me voy a autoregalar a la persona de mí mismo un yuti-boti.


Tojunto

Harry Sonfór dijo...

¡Huy, un yuti boti, como Loquillo!

Helter dijo...

Pues las moscas estas australianas se parecen bastante a las de mi pueblo. Pero nada, nada que ver con la raza de mosquitos gigantes pauloises. ¿De esos no habla Bryson? Pues debería.

Anónimo dijo...

Отличная статья! большое спасибо автору за интересный материал. Удачи в развитии!!! :)
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miguelgato dijo...

Oiga, la próxima vez que nos veamos me tiene que enseñar a jugar a la brisca caldea.

Anónimo dijo...

Lo mismo decía Wenceslao Fernández Flórez de la mosca gallega, causante de la emigración en Galicia.

miquel zueras dijo...

Esta mosca australiana debe ser la mosca cojonera más cojonera de todas. Por cierto que hoy he leído que Ana Obregón se hizo bióloga con su tesina sobre la mosca del vinagre ¡todo un best-seller! Borgo.

Harry Sonfór dijo...

Nada, de los mosquitos pauloises no dice ni mu, Helter. Que no los ha visto.

Harry Sonfór dijo...

Спасибо, анонимный кириллице!

Harry Sonfór dijo...

Sí, pa lo que me ha servido saber jugar a la brisca caldea, Miguelgato...

Harry Sonfór dijo...

Yo creo que el anónimo que habla de Wenceslao Fernández Flórez es Don Cano, pero que no firma nunca el puñetero.

Harry Sonfór dijo...

Sí señor Borgo, como Edward B. Lewis, que también estudió la Drosophila malanogaster y descubrió los hox. Bueno, a Edward B. Lewis le dieron un Nobel.