miércoles, 30 de enero de 2008

Un lector de este blog, un voto. Si no hay voto, maldición



El ilustrador David Vela ha enviado este dibujo a un concurso on line internacional sobre fútbol. Si les gusta, pueden votar por él entrando en esta página: www.cartoonaward.com. Entran, buscan «voting gallery», luego en Spain y ¡traca!, votan. Le dieron hace pocos días el Tercer premio del Salón de Humor Ecológico en Brasil, así que queremos que siga la racha y gane este otro también. Si no votan al dibujo nadie lo sabrá, pero que sepan que caerá sobre sus cabezas la maldición del número de teléfono equivocado al que le llamarán cada dos por tres preguntando por Conchita a las siete de la mañana (yo el primer día no voté y me cayó la maldición dos veces seguidas, luego ya voté y se me han pasado todos los males). En todo caso, para más información y para ver el dibujo de arriba a todo color no tienen más que pasar por su blog: davidblogcartoon.blogspot.com, que allí lo verán todo mejor explicado.

martes, 29 de enero de 2008

Del diario del doctor Wallace

28 de octubre
Hoy vino a la consulta un paciente aquejado de un fuerte trastorno nervioso acompañado de dolores abdominales. El paciente, M., hombre de unos treinta años, de complexión atlética aunque excesivamente delgado para su estatura (73 pulgadas) se mostró en todo momento inquieto, se rascaba los brazos, las piernas y la cabeza y respondía a mis preguntas de manera alterada y esquiva. Su hermano mayor, que le acompañó a la consulta, declaró que el paciente llevaba en ese estado más de dos años y que en ese tiempo había perdido más de 45 libras. Acostumbraba a hacer tres comidas: desayuno (sobre las 7), almuerzo (12 y media - 1 del mediodía) y cena (7 u 8 de la tarde). Ingería todo tipo de alimentos (por la descripción, una dieta rica en proteínas e hidratos de carbono, además de una buena cantidad de verduras frescas y frutas), siempre con buen apetito. En esos dos años de enfermedad habían visitado varios médicos y centros hospitalarios, sin hallar una solución satisfactoria.
Mary, la pequeña, se encuentra mejorada de su afección. Hoy mandé que la asistenta le subiera unos dulces que compré en una confitería de la ciudad y los comió todos con buena gana. Progresa favorablemente. Solo Dios sabe lo mucho que he rezado por ella estos días y cómo la quiero. Mi ángel, mi adorado ángel.

30 de octubre
M., el paciente aquejado de trastorno nervioso y dolores abdominales, ha vuelto hoy a la consulta, esta vez sin la compañía de su hermano. Se encontraba más calmado, más dócil, y hablamos largo rato sobre su vida y sus molestias. Me contó que trabaja en una granja de cerdos, el negocio familiar, limpiando las porquerizas y llevándoles la comida. He observado que es un hombre poco aseado, lleva la ropa sucia, huele desagradable y tiene las uñas largas y negras. Me ha producido cierta repulsión cuando ha tomado con las dos manos la pluma que me regaló mi adorada Charis las pasadas navidades, que tengo expuesta sobre el escritorio y que tanto me gusta. Le he pedido que en la próxima visita venga con una muestra de sus heces para realizar un análisis coproparasitoscópico siguiendo el método Ritchie.
No debo olvidarme mañana por la mañana de escribir a Fionn. Hace ya más de tres meses que no recibo noticias de él.
Mary se encuentra casi recuperada. Hoy despertó como una preciosa flor mientras la observaba sentado a los pies de su camita. Se frotó los ojos y, aún soñolienta y perezosa, se tiró a mis brazos. La he llenado de besos. Mi amada niña.

12 de noviembre
Efectivamente, como esperaba, el diagnóstico no deja lugar a dudas. Las heces del paciente M. contienen huevos de solitaria. El tamizado de heces confirma que los huevos son de Taenia saginata.

13 de noviembre
He recomendado al paciente M. que acostumbre a ser más aseado a partir de ahora. Debe tomar baños completos al menos cuatro o cinco veces por semana y lavar sus manos con agua y jabón cada vez que salga del excusado. No sin cierto sonrojo me ha prometido que así hará. Le he recetado que tome 25 gramos de semillas de calabaza machacadas y diluidas en un vaso de agua con miel de romero. Dos tomas, una por la mañana al levantarse y otra antes de acostarse, a lo largo de toda la semana. Eso me ha recordado que debo llamar al jardinero para que traiga provisiones para este invierno. La despensa, tras los días de vacaciones que pasaron en casa los padres y la hermana de Charis, está casi vacía.

21 de noviembre
Vuelve a la consulta el paciente M. Me dice que ha seguido religiosamente mis consejos y que tomó lo que le receté, pero no experimenta mejora. Será necesario recetarle un antihelmíntico más fuerte. Pruebo con praziquantel. 50 mg/kg/día repartidos en dos tomas durante quince días.

10 de diciembre
El paciente M. no ha experimentado niguna mejora y se queja de fuertes cefaleas, mareos y vértigo. Es posible que sólo sean molestos pero no alarmantes efectos secundarios del fármaco. Mañana volverá por la mañana y le administraré nueva medicación.
Mary, mi querida Mary, ha pegado un buen estirón en este último mes. Su madre le ha comprado un nuevo vestido y le ha cortado el pelo a la moda francesa. Está preciosa. Sus ojos resaltan aún más con ese lacito azul sobre sus cabellos.

11 de diciembre
Hoy vino el paciente M., le pedí que se desnudara de cintura para abajo y que se inclinara en la camilla sobre el pecho apoyando los pies en el suelo. Le he suministrado por vía rectal un croissant y dos onzas de chocolate amargo. Le he dado cita para mañana a las diez de la mañana.

12 de diciembre
Hoy volvió el paciente M. a la consulta, le he suministrado por vía rectal un croissant y dos onzas de chocolate amargo.
He recibido carta de mi querido Fionn. Me cuenta que se encuentra bien, y también los suyos, pero que la vida en la ciudad es difícil. Rezo a Dios para que encuentre ese trabajo que tanto necesita y desea.

13 de diciembre.
Mary, mi querida niña, ha comenzado a leer. Es maravilloso verla recorriendo con su dedito las líneas del precioso libro que le regaló el tío James para su cumpleaños. Anne, su nueva cuidadora, es muy paciente y cuidadosa. Es una encantadora muchacha de un pueblo de Dundee, humilde, cariñosa y buena como ninguna. Gracias al Cielo.
He suministrado a M., el paciente de la tenia, un croissant y dos onzas de chocolate amargo.

14 de diciembre
He descubierto a mi querida Mary haciendo unos dibujos preciosos de flores y animalitos en las esquinas de su libro de lectura. Su contemplación me ha llenado de gozo. ¡Deseo tanto que esta niña herede las delicadas y adorables habilidades de su encantadora mamá!
He suministrado al paciente M. un croissant y dos onzas de chocolate amargo por vía rectal, según lo acostumbrado.

15 de diciembre
El paciente M. ha venido hoy a la consulta. Se mostraba más nervioso de lo acostumbrado y me imploró que acabara con la cura, pues cada vez sentía más molestias. Le he pedido un poco más de paciencia, pues ya queda poco para acabar el tratamiento. Según lo acostumbrado, le he suministrado por vía rectal un croissant y dos onzas de chocolate amargo.

16 de diciembre
Ha vuelto el paciente M. Le he suministrado por vía rectal dos onzas de chocolate. Le he pedido a M. que esperara en la postura del tratamiento. Pasados diez o doce minutos, la cabeza de la tenia ha asomado por el ano del paciente y ha gritado con voz alta y clara: «¿Y el croissant?». Acto seguido he tomado un martillo de carpintero que tenía guardado en el cajón superior del escritorio y he golpeado varias veces su cabeza al grito de «Toma croissant». La extracción del resto de la tenia ha sido satisfactoria y solo nos ha llevado cosa de veinte minutos a la enfermera y a mí.

24 de diciembre
¡Qué hermoso es disfrutar de estos días tan hermosos en compañía de mis adoradas Charis y Mary!
Hoy vino a visitarnos el paciente M., lo encontramos de muy buen humor y totalmente recuperado del penoso trance. Ha engrosado varias libras, rebosa salud por todos sus poros, se encuentra lleno de energía y derrocha una alegría contagiosa. Nos trajo como obsequio una bonita botella de whisky, que beberemos a su salud esta misma noche.

domingo, 27 de enero de 2008

De los peligros que conlleva dormir con camisón blanco


Y para muestra, tres ejemplos gráficos. Los camisones blancos atraen a los monstruos. Y los pijamas de esos de tela de camisa, esos con botones y cuello, los que a veces llevan bolsillos con ribete de otro color, esos también. Hoy les confieso que no puedo dorimir con pijama. Me obligan a ponerme un pijama, me meten en la cama y, zaca, me muero. De pequeño, como estaba un día malo y otro también, había siempre un pijama sin usar en el armario, dentro de su celofán o de su caja, o blanco o azul. Nuevo, con su apresto, esperando, al acecho. Era el pijama «por si me ponía malo y había que llevarme al hospital». Luego también estaba el pijama «por si me ponía malo y venía el médico», que ese ya tenía más uso en gripes y fiebres. El otro, el acechante, el pijama nuevo, estaba ahí esperando día y noche como una mortaja paciente. Así que, con el tiempo, el pijama «por si me ponía malo y había que llevarme al hospital» trocó en el pijama de la enfermedad, el pijama de la muerte. Más que un pijama era el Cuervo de Poe, el Horla de Maupassant y el Yaciyateré de Quiroga todo junto y en versión textil. Era un pijama tan insistente que conforme yo crecía, crecía él: de talla infantil pasó a talla cadete y de talla cadete a talla mayor. Crecía, cambiaba de color pero siempre estaba ahí, nuevo, dentro de su caja o de su celofán, esperando vestirme a la voz de «ya eres mío». De ahí viene que siempre duerma, en invierno o en verano, con una camiseta vieja con una estampación publicitaria de esas imposibles de poner y unos calzoncillos. Bien, es posible que esperaran algo más chic, pero no voy a mentirles, las cosas como son. Y los pijamas nuevos, bien lejos.

jueves, 24 de enero de 2008

Sobre los polluelos y sus mapas celestes

Me he puesto muy tierno imaginándome a los pollicos en el nido mirando el cielo nocturno. Ahí con esos ojazos, discutiendo entre ellos si Orión esa noche estaba un poco más a un lado que al otro respecto a la rama de enfrente.

«Cuando era explorador, me enseñaron cómo encontrar la estrella Polar: bastaba con colocar la punta de la manecilla del reloj en la Osa Menor o extrapolar desde el labio frontal de la Osa Mayor una distancia que fuera siete veces su profundidad. Las aves no nacen con este conocimiento, no porque sea impensable que pudiera ser innato, sino porque de serlo pronto quedaría obsoleto. El eje de rotación de la Tierra, y por tanto el polo norte celeste (el punto del firmamento que corresponde al norte), oscila en un ciclo de 27.000 años que recibe el nombre de precisión de los equinoccios. El ciclo es rápido si tomamos como referencia el tiempo evolutivo, y las aves han respondido a esta circunstancia desarrollando un algoritmo especial para aprender dónde se halla el polo norte celeste en el firmamento nocturno. Y todo ello se produce mientras permanecen en el nido y no pueden volar. Los polluelos miran al firmamento nocturno durante horas, observando la lenta rotación de las constelaciones. Descubren el punto alrededor del cual las estrellas parecen moverse, y registran su posición con respecto a varias constelaciones cercanas, adquiriendo de este modo la información que, en mi caso, conseguí a través del manual del buen explorador. Transcurridos varios meses, las aves son ya capaces de servirse de cualquier constelación para mantener una dirección constante, pongamos por caso, tener el norte siempre detrás mientras vuelan hacia el sur, o volar hacia el polo norte celeste durante la primavera siguiente para volver al norte.»

Steven Pinker, Cómo funciona la mente, «La venganza de los torpes»,
p. 240. Editorial Destino, Barcelona, 2007.

martes, 22 de enero de 2008

Piaget no lo advierte


En ninguna parte de la extensa obra de Jean Piaget aparece la manía que tienen los niños que están entre la etapa preoperacional y la etapa de las operaciones concretas de ofrecer flores o frutas a los monstruos. Es peligroso. Ya no lo digo más.

viernes, 18 de enero de 2008

El amigo invisible y «El alquimista» de Paulo Coelho

En su infancia era de Reyes. Luego, tuvo sobrinos y, por aquello de que los niños tienen más tiempo para disfrutar de los juguetes en esos días de vacaciones, pasó a ser de Papa Noel. Ese año los amigos le plantearon, en lugar de reyes o papanoeles, hacer lo del amigo invisible. «Cada uno coge un papelito, en el papelito hay un nombre, que es el nombre de la persona que le ha tocado para hacerle el regalo». Bien, cada uno cogió su papelito y se fueron despidiendo. Llegó a su casa, cenó la pasta que había sobrado del almuerzo frente al televisor. De pronto escuchó unos pasitos por el pasillo, se abrió la puerta y una voz en off le dijo «Hola, soy tu amigo invisible», y sí que debía de serlo, pues sólo veía un paquete verde con un lazo dorado que se acercaba hacia él levitando. «Toma, tu regalo». El paquete cayó sobre sus muslos, el sonido de los pasos se alejó y se cerró la puerta. Sería exagerado decir que sintió miedo tras lo sucedido, más que miedo o susto sintió aprensión, como un poco de asco. Abrio el paquete y se encontró con un esquijama amarillo a rayas con un enorme Pluto de Disney sonriente serigrafiado en la pechera y el libro El alquimista de Paulo Coelho. «Pues invisible es, pero amigo seguro que no, que si fuera amigo no me hubiera regalado este par de mierdas», se dijo.

miércoles, 16 de enero de 2008

El doctor Ollivier y la expedición «Ipuwer» (Tercera y última parte)


Pocos datos más se conservan de la vida del doctor Ollivier. En 1882 partió a Egipto como miembro de la expedición «Ipuwer», junto a arqueólogos británicos, franceses y suizos. Según consta en la biografía del egiptólogo Martin A. Handgretinger, los miembros de la expedición, tras una acalorada discusión a propósito de ciertas diferencias sobre sus respectivos países decidieron separarse y tomaron rumbos diferentes: «El doctor Ollivier era un hombre con mal carácter. Se fue sin despedirse tan siquiera».

En la imagen: lámina grabada en la que se representa el esqueleto en postura fetal hallado en las ruinas de un templo drante la expedición francoanglosuiza «Ipuwer» (Naqada, 3500 a 3200 antes de Cristo) Museo Británico de Londres.

lunes, 14 de enero de 2008

¿Amor después de la muerte? (Segunda parte)


Tras la muerte de L. Roux, su antiguo compañero, el doctor M. Ollivier, publicó un nuevo trabajo de investigación con el título «Amor después de la muerte», en el que se exponían los resultados de la encuesta a diez cadáveres entrevistados. El experimento se realizó en la sala de autopsias de la Facultad de Medicina de París, el 14 de enero de 1876, ante un concurrido grupo de doctores, especialistas y periodistas (entre ellos, el doctor R. Leroux, el doctor F. Gaucher, el doctor M. Miller y el director del diario Le Matin, S. Bouchon). En este estudio, la pregunta fue: «¿Mantiene después de muerto el amor?». El primer interrogado, R. E., varón de 48 años, individuo de constitución tipo leptosómico, muerto por enfermedad de tuberculosis, respondió: «Sé que mantengo el amor aunque algunas veces lo olvido. Recuerdo a veces a mis familiares, a mi esposa y a mis dos hijos. Otras veces pierdo esa sensación». S. T., mujer de 72 años, fallecida por muerte natural contestó: «No lo recuerdo. Recuerdo que he querido, pero aquí todo es confuso» acto seguido manifestó una grave preocupación por un perrito, Fiffi, que tenía a su cuidado (risas en la sala). G. M. varón de 22 años, muerto en accidente laboral contestó: «Quiero ahora tanto como he querido en vida. Nada en mí ha cambiado». P. L., individuo de 34 años, de tipo pícnico, muerto tras un brote epiléptico, respondió: «El amor, no recuerdo el amor». A. L., mujer de 28 años, constitución atlética, muerta en un accidente del hogar, contestó: «No sólo siento el amor sino que aquí he encontrado el amor de una persona maravillosa. Quiero a este hombre como nunca he querido». Más tarde confesó que se había visto obligada a mentir. Los demás cadáveres entrevistados no ofrecieron contestaciones claras o satisfactorias para el estudio y las respuestas fueron desestimadas. Este trabajo del doctor Ollivier no gozó de la repercusión mediática del anterior ensayo («¿Fe después de la Muerte?», L. Roux-M. Ollivier, 1845-1857), en buena medida porque el doctor Ollivier había perdido buena parte de su crédito como investigador tras el escándalo «L. Roux-M. Ollivier» (ver «¿Fe después de la muerte?»).

En la imagen: lámina grabada en la que se representa al esqueleto con sentimientos amorosos en actitud de pedir la mano al estilo galante, también conocida como «el esqueleto rogante» (siglo XIX).

¿Fe después de la muerte? (Primera parte)


Según la encuesta realizada a trescientos cadáveres (L. Roux-M. Ollivier, 1845-1857), un sesenta por ciento de los encuestados pierden la fe tras la muerte; un treinta por ciento no saben, no contestan y sólo un diez por ciento mantienen la fe. El estudio concluía con la siguiente frase: «Es importante matizar que, de los primeros, la mayoría pierden totalmente la fe tras la muerte y sólo un quince por ciento de los encuestados pierden la fe, pero mantienen la esperanza». En 1863, R. Wesseling, periodista de la gaceta mensual religiosa holandesa Weg van God acusó en su columna crítica a los doctores Roux y Ollivier de manipular los resultados. El artículo de Wesseling cosechó una larga lista de cartas a la revista (Weg van God 1863: 32 - 41 y suplemento especial de navidad) que obligaron a los doctores a reconocer públicamente el engaño. En el número 43 de la gaceta, Roux declaraba: «Si es cierto que entrevistamos a trescientos cadáveres, he de reconocer que de los trescientos sólo recibimos respuesta de unos ciento cincuenta y, de los ciento cincuenta, sólo once declararon que mantenían la fe igual o incluso de una manera más profunda y sentida que cuando se encontraban vivos. Los demás, o no respondieron o negaron que mantenían la fe, aunque una buena parte de estos últimos reconoció que en vida ya no eran muy creyentes o que no creían en absoluto». Tres años después, Ollivier declaró en la revista Amazing Science Magazine: «Me vi obligado a manipular el estudio bajo amenazas del doctor Roux». Según la historiadora S. M. Laporteille, las amenazas no eran otras que la intención de desvelar la relación amorosa que mantenía el doctor Ollivier con una de sus alumnas, F. Mansart, esposa de F. Lamartine, profesor emérito de la Facultad de Medicina de París. En 1872, tras la muerte de Roux, un grupo de alumnos que defendieron el estudio del profesor intentaron que su cadáver respondiera a la pregunta: «Doctor Roux, tras la muerte ¿conserva la fe?» a lo que respondió: «Con lo mal que me lo habéis hecho pasar en vida, como para responderos. No tengo cuerpo hoy».

En la imagen: lámina grabada en la que se representa al esqueleto creyente monoteísta en actitud de orante temeroso (siglo XIX).

miércoles, 9 de enero de 2008

Humor para correctores de estilo


Un paciente entra en la consulta del médico.
—Octor, octor, creo que tengo aféresis.
—A ver, diga «33».
—3.
—...hmmm...
—¿Es grave, octor?
—Feo lo veo, sí... no sé si ponerle una prótesis o un epéntesis.
—pero usted cree que me podré rucar o no, octor?
—Peor me lo pone, ahora veo que también sufre de metátesis. Creo que lo mejor será que le recete un metaplasmo por la mañana y otro por la tarde y la semana que viene vuelva para comprobar sus progresos.

(Es ahora cuando entran aquí las risas —en off— de los correctores de estilo, también algún aplauso. Es importante aconsejar una buena elección de risas: los correctores de estilo no suelen reír a carcajadas, siempre será mejor elegir risas cortas, algún sonido gutural y chasquidos de lengua como signo de aprobación).

En la foto, la hermana Michelle ([Schwester Michelle, Saarbrücken,1892-Wiesbaden, 1945],cuyo nombre era Michelle Eingeweiden antes de tomar los hábitos), observa atenta el buen hacer del doctor Frank-Klaus Körper visitando a un paciente desconocido, en el hospital de Wiesbaden (21 de febrero de 1923). Tan solo tres días después, la hermana Michelle asestó cuarenta y ocho puñaladas al doctor Körper en el pecho, abrió su esternón con unas tijeras podadoras, arrancó su corazón, lo guisó con cebollas tiernas, patatas y manteca de cerdo y lo sirvió a la madre superiora acompañado de puré de manzanas con pimienta negra. Casi un año después, el 23 de enero de 1924, durante el juicio por el asesinato del doctor Körper, la hermana Michelle alegó: «Lo hice en legítima defensa, no saben de qué manera me miraba ese hombre».

domingo, 6 de enero de 2008

Desvelado el misterio del monstruo del Lago Ness


A día de hoy, la fotografía del cirujano Kenneth Wilson de 1934 en la que se ve a un «Nessie» feliz y tranquilo chapoteando en el lago Ness ha sufrido muchas críticas revelando que es un montaje: unos dicen que es la trompa de un elefante de circo; otros que es la cola de una nutria sumergiéndose en el agua; otros dicen que es un muñeco modelado pegado a un flotador de madera de balsa construido por miembros de la familia Wetherell (por miembros, no con miembros); otros añaden que el que modeló la figura fue el niño Chris Spurling, hijastro de Marmaduke Wetherell (miren qué nombre más bonito) y que se pegó lo menos ocho días para hacerla; otros dicen que también había un agente de seguros en el asunto del fraude, Maurice Chambers; y, bien, realmente creo en todas las teorías anteriores (sobre todo en la del agente de seguros) y además añado una más: el Nessie de la fotografía es David Meca.

En la foto de la izquierda, «Nessie», el monstruo del Lago Ness, fotografiado en 1934 por Kenneth Wilson. En la foto de la derecha, David Meca cruzando el Estrecho de Gibraltar el 5 de enero de 2008.