miércoles, 23 de mayo de 2007

Sobre la amistad, la guapura y los sentimientos internos


Hay momentos buenos. Estás hablando con un amigo, lo miras fijo y mientras el otro habla y habla por lo interno te dices «mira qué guapo está el condenao». Por ahí tiene que ir la amistad, ver al cercano guapo. Luego, otro día, que lo miras y si te dices «pues qué mal cutis», «pues qué desmejorado» mala cosa: en cuatro días habrá bronca, o dejadez o pesar. Así que la amistad tiene que ir de la mano del ver al prójimo guapo. «Pues yo tengo amigos que no los veo guapos» dirá uno. Pues o no son amigos suyos o usted no es amigo de ellos, aunque se engañe pensando que sí. Los amigos, guapos siempre.

En la foto: Silvana Mangano en «Riso amaro», sin necesidad de hacer amigos.

martes, 22 de mayo de 2007

El sistema duodecimal


Extienda su mano derecha como muestra la imagen superior. Ahora lleve el pulpejo del pulgar a la tercera falange del índice (la antiguamente denominada falangeta). Cuente «uno». Ahora deslice el pulgar a la segunda falange (la antiguamente denominada falangina) y cuente «dos». Deslice el pulgar hasta llegar a la primera falange del mismo dedo. Cuente «3». Continúe con el subsiguiente dedo siguiendo el esquema y numere por orden cada una de las falanges: «cuatro», «cinco», «seis», «siete», «ocho», «nueve»... Cuando llegue a la primera falange de su dedo meñique y cuente «doce» habrá terminado el ejercicio. Durante todo el experimento se ha visto con una mano libre para añadir decenas o centenas a cada número pulsado, para rascarse la cabeza, para buscarse algo en el bolsillo o para llevarse una taza de café a la boca. ¿Aún sigue pensando que el sistema decimal es el «natural para el humano» y que el duodecimal es engorroso y sólo sirve para agrupar huevos?

sábado, 19 de mayo de 2007

Las hermanas Fox


Este espacio está dedicado a Margaretta y Catherine Fox, las hermanas Fox, precursoras del rap. Las hermanas Fox cometieron dos fallos en su vida. El primero: nacer siglo y medio antes de hora, fueron durante toda su existencia unas adelantadas en su tiempo. El segundo: reconocer que habían cometido fraude, como los Milli Vanilli. Tras la confesión, los raps de las hermanas Fox fueron cayendo en el olvido y ahora resulta imposible encontrar alguno de sus temas en las radios convencionales, en el eMule o en el LimeWire. Descansen en paz, en todo caso, las hermanas Fox.

viernes, 18 de mayo de 2007

El acto de echar de menos

«Si hay algo que echo en falta es el sabor del té templado, cuando lo dejaba olvidado sobre la mesa y lo volvía a encontrar; el aroma de las flores de azahar cuando cae la tarde, el sol va cayendo y todo el cielo se vuelve naranja, y rosa, y también azul. También echo de menos los picores y el rascarse. Por echar, echo de menos las babas de mi perro que tanto me molestaban en ese tiempo y el dolor de espalda. Ahora, sin dolores, echo de menos hasta los dolores» dijo el muerto, que pese a estar muerto y no conservar el gusto seguía siendo un rato cursi.

miércoles, 16 de mayo de 2007

La cochinilla hembra


La cochinilla (Dactylopius coccus) es un pequeño animal creado por el Altísimo para ofrecernos a los humanos el ácido carmínico o colorante E-120. Para ser más exactos, el ácido carmínico nos lo dan las hembras de las cochinillas, pues los machos son unos sujetos poco útiles para la cuestión de los colores; viven sólo tres días, el tiempo que tardan en encontrar una hembra, darse a conocer, convencerla y copularla. Tras el ayuntamiento de los dos animales, el macho de la cochinilla muere, algo parecido a la «petite mort» de la que hablaba Bataille pero en versión definitiva. Bien pareciera que el macho fenece tras el coito por un exceso de celo en el acto sexual, pero la realidad está alejada de eso: el macho de la cochinilla tiene la boca atrofiada, como Aznar cuando hace como que habla en italiano, y se encuentra con graves problemas para alimentarse. A primera vista pudiera parecer que el macho de la cochinilla es un animal sediento, pues no encuentra manera para beber algo, pero como sólo vive tan sólo tres días casi no se da cuenta y al carecer de ese órgano natural tampoco se ve con esa sensación de «tener la boca seca» con la que nos encontramos a veces los humanos, sobre todo cuando hace calor. Muerto el macho de la cochinilla su espíritu asciende al limbo de las cochinillas macho, hasta el fin de los días. Diferente y mejor final tienen las cochinillas hembra, que por ser tan útiles para los humanos (para teñir los ropajes de los papas, por ejemplo) van directamente al cielo de los justos, cerca de Dios, y es allí, a los lados de sus pies y su cabeza y cerca de los seraphines, donde las cochinillas hembra, en grupos de 6.500 espíritus de estos animales cantan durante todo el día el «Gloria, Gloria, Dios, eres Todo Grande y Omnipotente».

Ilustraciones del manuscrito de José Antonio de Alzate (1777) «Memoria sobre la naturaleza y cultivo de la grana cochinilla…» Archivo General de la Nación de Méjico. En la imagen de la derecha vemos en primer lugar (a la izquierda) una cochinilla macho; en el centro, dos cochinillas hembra; a la derecha, otra cochinilla macho, ataviada al estilo «capa aguadera», sirviéndose de las alas como guardapolvo o mejor, como buriel, pues hace así referencia tanto a la prenda que usa como al color bermejo que tinta su cuerpo. Así también, en la zona de Salamanca, a este tipo de cochinilla llamábasele «guardiacivila» o «guardiacivila grana».

lunes, 14 de mayo de 2007

La verdadera historia del hombre invisible


El libro con el manuscrito de la verdadera historia del hombre invisible se encuentra guardado desde el año 1893 en el Museo de Historia Natural de Londres. Es un diario con formato de cuaderno en 8º, forrado en piel de cabritilla y teñida en rojo, con lomo de tela y guardas de papel veneciano tricolor. Hasta el día de hoy no se ha conseguido transcribir el texto, en espera de que algún científico tenga la idea de desencuadernarlo, separar cada una de las hojas y pasarlas por la llama de una vela.

En la foto: retrato del doctor Hawley Griffin.

miércoles, 9 de mayo de 2007

El hombre sin huellas en las yemas de los dedos

Ustedes no saben lo molesto que es carecer de huellas en las yemas de los dedos. Los vasos se escurren y ciertas telas como la lana y la seda o la textura del yeso producen una dentera de morirse. El hombre sin huellas en las yemas de los dedos hacía lo imposible para tenerlas, al contrario que algunos asesinos y ladrones de guante blanco (que por comodidad trabajan sin guantes) que hacían lo imposible para borrarlas de sus dedos. El hombre sin huellas en las yemas de los dedos se perforaba los dedos con cuchillas para levantarse heridas que con el tiempo se convirtieran en cicatrices que asemejaran los valles y cordilleras de las huellas dactilares. Pero con el tiempo la piel volvía a su ser y borraba toda marca, al contrario que los asesinos y ladrones de guante blanco, que por mucho que intentan borrar sus huellas siempre aparecen. En verdad, el hombre sin huellas en las yemas de los dedos no era lo contrario en todo a los asesinos y ladrones de guante blanco, pues era un hombre más bien normal, ni malo ni bueno. Más bien malo cuando se enfadaba.

viernes, 4 de mayo de 2007

Al doctor James Xavier se le fue la mano

Todo está bien en su justa medida y es bueno saber cuándo uno debe parar. Si el doctor James Xavier se hubiera conformado con la dosis de echarse unas pocas gotas de la droga "X-Ray" para ver a las señoras desnudas a través de los vestidos y entretenerse contando lunares de las espaldas en las fiestas de sociedad tal vez no hubiera encontrado tantos tumores malignos ni hubiera diagnosticado correctamente y justo a tiempo enfermedades a tanta gente, pero ahora sería un tipo bien feliz y bien fiestero y no hubiera dado ese espectáculo tan desagradable de arrancarse los ojos en mitad de una misa. Lo de la misa es lo menos, pero los feligreses, que no tenían nada que ver con el asunto del doctor, se quedaron con un cuerpo malísimo y aún hoy hay unos cuantos que recuerdan la escena con gran espanto.

La gallina que cantó despues de asada


Antiguamente los ilusionistas realizaban un truco de prestidigitación que provocaba gran asombro entre los asistentes. El mago mostraba una bandeja con un hermoso pollo asado, hacía un pase con los dedos y de pronto, como alma que lleva el diablo, el gallo pegaba un bote y salía corriendo enloquecido por toda la sala. Pónganse ahora en el pellejo del pollo: lleva varias horas dormido, tiempo del que se ha servido el ilusionista para desplumarlo, embadurnarle la piel de miel, colocarle los gorrillos de papel rizado sobre las patas y acostarlo tripa arriba con la cabeza escondida. Lo siguiente: que te despierten de pronto y encontrarte en el escenario de un teatro con cientos de personas mirándote fijo. Parece que el truco resultaba tan vistoso y espectacular que la gente gritaba, aullaba, voceaba, aplaudía y más de una dama caía desmayada. Por eso y, pensemos que por cierta simpatía hacia el animal, el truco del pollo ya no se programa en los teatros. Es posible que este truco sea conocido desde la antigüedad, al menos así lo atestigua el milagro de la gallina que cantó después de asada, atribuido a Santo Domingo de la Calzada, que, a fin de cuentas, cuenta algo muy parecido pero en versión más milagrera (Santo Domingo intercede en este caso, en lugar del mago). En verdad que es un truco bien canalla para los pollos. Luego están todos los trucos con palomas que acaban chafadas en los dobles fondos de mesas, cajas, bolsillos de frac y sombreros de copa, pero eso será para otro lugar, pues en este sitio se tiene más simpatía por los pollos que por las palomas.

«Los conejos de la muerte huyen por todos los lados».
Imagen amablemente cedida por el ilustrador David Vela (http://davidblogcartoon.blogspot.com) sobre textos del libro
«Los muertos y las muertas» de Ramón Gómez de la Serna.

martes, 1 de mayo de 2007

La mano y el ojo


La mano es más rápida que el ojo —dijo el ilusionista—, la solución suele estar en engañar al espectador con la voz mientras se realiza el truco. Así, mientras el ojo mira las palabras, casi no le queda tiempo para ver el traslado de una mano a otra. Ya sólo queda el segundo engaño: hacerle creer que el truco se encuentra en un movimiento anterior o posterior al cambio de manos. «Voilá», ahora el público aplaude y sus ojos siguen buscando en el interior de su cabeza en qué momento se realizó el engaño.
Es en ese espacio de tiempo cuando un buen ilusionista puede deshacerse con facilidad hasta de un rinoceronte, esconderlo tras su espalda y saludar.

En la foto: Miss Vesta Tilley. Ringling Collection.